ORACIÓN PARA LAS VOCACIONES SACERDOTALES - 2016

"ENVIADOS A RECONCILIAR"

 

 

Dios Padre, que esperas con los brazos abierto

a cuantos se acercan a Ti,

reconociendo su debilidad y su pecado.

Ayuda a quienes tú eliges como ministros del perdón

para que, respondiendo con generosa entrega,

modelen su corazón

con el signo de la compasión, la comprensión y el amor.

Hazlos humildes ministros tuyos,

presencia de tu misericordia en medio de este mundo,

para que hagan eficaz en él

la fuerza de tu fidelidad y de tu amor.

Marca su vida con el signo de una compasión

que no solo comprende el sufrimiento,

sino que acude a socorrer a cuantos sufren.

Transforma toda su persona

en manos que acogen y acarician

para ser «misericordiosos como el Padre».

Por Cristo, tu Hijo, nuestro Señor,

que se entregó por nuestra salvación.

Amén.

 

ORACIÓN PARA EL AÑO SACERDOTAL

Señor Jesús, que en san Juan María Vianney quisiste donar a tu Iglesia

una conmovedora imagen de tu caridad pastoral,

haz que, en su compañía y sustentados por su ejemplo,

vivamos en plenitud este Año Sacerdotal.

Haz que, permaneciendo como Él delante de la Eucaristía,

podamos aprender cuán sencilla y cotidiana es tu palabra que nos enseña;

tierno el amor con el que acoges a los pecadores arrepentidos;

consolador el abandono confiado a tu Madre Inmaculada.

Haz, oh Señor, que, por intercesión del Santo Cura de Ars,

las familias cristianas se conviertan en “pequeñas iglesias”,

donde todas las vocaciones y todos los carismas, donados por tu Espíritu Santo,

puedan ser acogidos y valorizados.

Concédenos, Señor Jesús, poder repetir con el mismo ardor del Santo Cura de Ars

las palabras con las que él solía dirigirse a Ti:

«Te amo, oh mi Dios.

Mi único deseo es amarte

hasta el último suspiro de mi vida.

Te amo, oh infinitamente amoroso Dios,

y prefiero morir amándote que vivir un instante sin amarte.

Te amo, Señor, y la única gracia que te pido es la de amarte eternamente.

Oh mi Dios, si mi lengua no puede decir cada instante que te amo,

quiero que mi corazón lo repita cada vez que respiro.

Te amo, oh mi Dios Salvador,

porque has sido crucificado por mí,

y me tienes aquí crucificado contigo.

Dios mío, dame la gracia de morir amándote

y sabiendo que te amo».

Amén.