Nuevo Mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de la Juventud 2014

Para todo el año: Id y haced discípulos a todos los pueblos

Penitencia y Reconciliación

Todos podemos tener cerca...

En diez líneas

Vida natural y vida sobrenatural. Creced.

El Santo Rosario

La Cruz

El camino hacia la gran esperanza

Vocación

jmj, rÍO 2013

Para reflexionar durante todo el año: "Id y haced discípulos a todos los pueblos"

  Se pueden consultar los siguientes documentos:

Acogida de jóvenes     Vía Crucis

Vigilia de Oración     Misa de clausura

Todo lo que dijo el Papa

you cat ... en el año de la fe

penitencia y reconciliación

 

224. ¿Por qué nos ha dado Cristo el sacramento de la Penitencia y la Unción de los enfermos?

El amor de Cristo se muestra en que busca a quienes están perdidos y cura a los enfermos. Por eso se nos dan los sacramentos de la curación y restauración, en los que nos vemos liberados del pecado y confortados en la debilidad corporal y espiritual. [1420-1421]

226. Si ya tenemos el Bautismo, que nos reconcilia con Dios, ¿por qué necesitamos entonces un sacramento específico de la Reconciliación?

Si bien el Bautismo nos arranca del poder del pecado y de la muerte y nos introduce en la nueva vida de los hijos de Dios, no nos libra de la debilidad humana y de la inclinación al pecado. Por eso necesitamos un lugar en el que podamos reconciliarnos continuamente de nuevo con Dios. Esto es la confesión. [1425-1426]

Confesarse parece no estar de moda. Quizá sea difícil y al principio cueste un gran esfuerzo. Pero es una de las mayores gracias que podamos comenzar siempre de nuevo en nuestra vida, realmente de nuevo: totalmente libres de cargas y sin las hipotecas del pasado, acogidos en el amor y equipados con una fuerza nueva. Dios es misericordioso, y no desea nada más ardientemente que el que nosotros nos acojamos a su misericordia. Quien se ha confesado abre una nueva página en blanco en el libro de su vida.

227. ¿Quién ha instituido el sacramento de la Penitencia?

Jesús mismo instituyó el sacramento de la Penitencia cuando el día de Pascua se apareció a los Apóstoles y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo, a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos». (Jn 20,220-23). [1439, 1485]

En ningún lugar ha expresado Jesús de forma más bella lo que sucede en el sacramento de la Penitencia que en la parábola del hijo pródigo: nos extraviamos, nos perdemos, no podemos más. Pero Dios Padre nos espera con un deseo mayor e incluso infinito; nos perdona cuando regresamos; nos acepta siempre, perdona el pecado. Jesús mismo perdonó los pecados a muchas personas; eso era más importante para él que hacer milagros. Veía en ello el gran signo de la llegada del reino de Dios, en el que todas las heridas serán sanadas y todas las lágrimas serán enjugadas. El poder del Espíritu Santo, en el que Jesús perdonaba los pecados, lo transmitió a sus Apóstoles. Cuando nos dirigimos a un sacerdote y nos confesamos, nos arrojamos a los brazos abiertos de nuestro Padre celestial.

todos podemos tener cerca ...

     

¡Quién lo iba decir, hace tan pocos años, que unos jóvenes así, en este caso D. Samuel Montes Costas (Baiona) y D. Sergio Gómez Núñez (Tebra) –valientes, decididos, ¡un ejemplo para todos! iban hacer andadura tan rápida entre las paredes de ese caserón -santo lugar- de la Avda. de Madrid, por el cual, desde todas partes, ha de brotar en todos y siempre, plegarias a favor del sacerdocio!
Todos tenemos cerca “posibles” Samueles y Sergios, a los que, según vemos ir creciendo, podemos sugerirles cosas, alguna frase, alguna idea de cara a si les gustaría ser sacerdotes. Acompañando tal expresión –eso siempre; es fundamental ofrecer- de la oración, incluso el trabajo y/o el dolor, pidiendo al Dueño de la mies que envíe operarios.
¡Enhorabuena!, queridísimos “casi” reverendos. Invoco el salmo 103: “Cuántas son tus obras, Señor,/ y todas las hiciste con sabiduría. Gloria a Dios para siempre, / goce el Señor con sus obras”.
¡¡Qué alegría nos habéis dado!! En tu sección de Baiona, querido Samuel, están muy contentos. ¿Dónde no? Y en el turno XOAN (cada último viernes de mes en la Casa de la Adoración) lo mismo tus colegas, querido Sergio. ¡¡DEMOS GRACIAS A DIOS!!
Ahora ya habéis recibido el Ministerio del Acolitado (14-06-2013). No tardará (pongamos un curso más...) vuestra consagración del servicio diaconal. Y, a un paso, el Presbiterio. Y parece que fue ayer cuando, a uno y a otro, sólo se me ocurrió deciros que teníais buena pinta y que rezaría por una concreta intención sobre vuestras personas. A ti, Samuel, te lo dije cuando me ayudabas a salir, en Semana Santa, de la Capilla de la Misericordia, en Baiona; a ti, Sergio, cuando apareciste en el despacho peguntándome que querías saber que era “eso” de la Adoración Nocturna pues tú tenías una cosa dentro de ti, que te daba muchas vueltas a la cabeza. ¡Acolitos ya! “Cantaré al Señor mientras vida,/ tocaré para mi Dios mientras exista”, digo con el salmista
Un fuerte abrazo, Jorge Lence.
 

en diez líneas

Para este espacio mensual titulado EN DIEZ LÍNEAS, nos referimos al  tiempo del extraordinario vía crucis que, el 28 de febrero, tuvo lugar en varios templos y calles de Tui, Marta Tamaño (Responsable del grupo de adoración juvenil XOAN) leyó esta bella y provechosa reflexión en el momento de la décima estación.

“Este Cuerpo Santísimo de Cristo, el más bello de los hombres, está ahora irreconocible por tus pecados, por mis pecados.
Es el mismo Cuerpo paciente de Cristo que se ofrece al Padre en la Sta. Misa; que está vivo en nuestros sagrarios y que se expone, una vez más, a nuestras miradas, es el Cuerpo glorioso de Cristo que recibimos en la Sagrada Comunión y que nos da la Vida Eterna: La Sagrada Eucaristía: "El que come mi Carne y bebe mi Sangre tiene la Vida Eterna".
Al quitarle la túnica inconsútil, tejida con tanto amor por su Madre, las llagas de la flagelación y los golpes se abren con violencia y la Sangre preciosa de Jesús cae hasta el suelo, esta Sangre que en el Cáliz de la Eucaristía hace que el hombre que la bebiere sea bienaventurado.
- Señor, concédenos vivir la Fe. Despréndenos de todo lo que es caduco para vivir la sencillez de la vida en Dios.
- Señor, concédenos vivir la humildad de la carne mediante la virtud de la pureza y la castidad.
- Jesús, al desgarrar tu Cuerpo Santísimo desgarramos también tu Corazón manso y humilde. Concédenos un corazón semejante al Tuyo. Un corazón generoso y entregado. ¡Rasga nuestro corazón! para entregarlo a Ti, para abrirlo a la caridad sin límites, que sea un corazón libre para que mi único Señor, mi único Amor, mi único Tesoro seas Tú. Amén.”

 

vida natural y vida sobrenatural. creced.

-He sido criado para vivir. ¿Qué quiere decir esto? -Quiere decir que estoy llamado a desarrollar en mí los frutos de la santidad en este mundo, a fin de poseer en el cielo, como fin y sin fin, la vida eterna. La vida de este mundo es un crecimiento, la vida del cielo es una posesión, y ambas son la actividad propia de mi ser.

Tengo un alma y un cuerpo; y mi alma vive por sí misma una vida que ha recibido de Dios, y mi cuerpo vive por mi alma, que es quien le da animación. Mi alma puede obrar y obra por medio de las potencias que hay en ella; mi cuerpo puede obrar y obra por medio de los sentidos que hay en él, que están animados y regidos por el alma. El alma tiene un conjunto de facultades que conocen, quieren y obrar; y el cuerpo tiene una serie de órganos unidos a las facultades del alma y que obran por ellas. En la acción de estas facultades y de estas potencias consiste mi vida natural.

Tengo por la gracia de Dios otra vida, es decir, otra capacidad de obrar, no ya por mí, sino por Dios; es la vida sobrenatural en la que Dios, uniéndose por un vínculo inefable a mi naturaleza, me eleva por encima de mi mismo y da a mis facultades el poder de hacer actos divinos; se hace Él la vida de mi vida, el alma de mi alma; ¡misterio de amor!

Y esta vida es la vida sobrenatural, es decir, la vida eterna, porque es el ejercicio aquí debajo de la vida que poseeré allá arriba.

He sido criado para vivir y sólo para vivir. ¿Qué haré en el cielo? -Viviré eternamente en el acto único de la alabanza eterna, eternamente beatífica. ¿Qué tengo que hacer aquí abajo? -Tengo que vivir, es decir, desarrollarme, puesto que la vida imperfecta, la única que ahora tengo, consiste en desarrollarse. “Creced”, dijo el Señor al hombre, dándole el poder de desarrollar y comunicar la vida. Y esta palabra es la primera palabra que le dirigió el Criador. Y la plenitud y la majestad de esta palabra contiene y expresa la ley total de la vida. Todas mis obligaciones, sin excepción alguna, tienen su base y su explicación en esta primera obligación; ella es la que da el sentido y la medida de todos los deberes que puedo tener en orden  a Dios, a los seres y a mí mismo. Es preciso crecer, es preciso desarrollar la vida física del cuerpo, la vida moral del corazón, la vida intelectual del espíritu. Y ésta es la razón de los cuidador y de las precauciones que hay que tomar para la conservación del cuerpo, la educación del corazón y la instrucción del espíritu. Todos estamos obligados a trabajar en la adquisición y conservación del pleno desarrollo de nuestras facultades.

(Tomado del libro La vida interior de Joseph Tissot)

 

el santo rosario

IMPORTANCIA
 
“Para ser apóstoles del rosario, es necesario experimentar personalmente la belleza y profundidad de esta oración, sencilla y accesible a todos. Es necesario ante todo dejarse conducir de la mano por la Virgen María a contemplar el rostro de Cristo: rostro gozoso, luminoso, doloroso y glorioso. Quien, como María y juntamente con ella, conserva y medita asiduamente los misterios de Jesús, asimila cada vez más sus sentimientos y se configura con él.
 Al respecto, me complace citar una hermosa consideración del beato Bartolo Longo: "Como dos amigos -escribe-, frecuentándose, suelen parecerse también en las costumbres, así nosotros, conversando familiarmente con Jesús y la Virgen, al meditar los misterios del rosario, y formando juntos una misma vida de comunión, podemos llegar a ser, en la medida de nuestra pequeñez, parecidos a ellos, y aprender de estos eminentes ejemplos el vivir humilde, pobre, escondido, paciente y perfecto" (I Quindici Sabati del Santissimo Rosario, 27ª ed., Pompeya 1916, p. 27; citado en Rosarium Virginis Mariae, 15).
 El rosario es escuela de contemplación y de silencio. A primera vista podría parecer una oración que acumula palabras, y por tanto difícilmente conciliable con el silencio que se recomienda oportunamente para la meditación y la contemplación. En realidad, esta cadenciosa repetición del avemaría no turba el silencio interior, sino que lo requiere y lo alimenta.” (Benedicto XVI, Santuario de Pompeya, 19-X-2008) 

la cruz

Como este gesto vuelve con frecuencia en mi jornada, tengo el peligro de hacerlo sin prestarle la atención que se merece. Sin embargo es precioso por su historia, por su significado y por su poder.

Es la señal de mi fe; muestra quién soy y lo que creo. Es el resumen del Credo. Es la señal de mi agradecimiento. Tengo que hacer con amor y emoción este gesto que me recuerda que Jesús ha muerto por mí. Es la señal de mi intención de obrar, no para la tierra, sino para el Cielo. Al hacerla, y pronunciando estas misteriosas palabras: "En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" me comprometo a obrar:

en el nombre del Padre que me ha creado,

en el nombre del Hijo que me ha redimido,

en el nombre del Espíritu Santo que me santifica.

Este signo es la señal de la consagración de toda mi persona.

-  Al tocar mi frente: «rezo a Dios todos mis pensamientos.

-  Al tocar mi pecho: consagro a Dios todos los sentimientos de mi corazón.

-  Al tocar mi hombro izquierdo: le ofrezco todas mis penas y preocupaciones.

-  Al tocar mi hombro derecho: le consagro mis acciones.

La señal de la Cruz es en sí misma fuente de grandes gracias. Debo considerarla como la mejor preparación a la oración, pero ya es en sí misma una oración, y de las más impresionantes. Es una bendición.

Si me emociona ser bendecido por el Papa, por un obispo, ¡ cuánto más ser bendecido por el mismo Dios !

(Javier López)

Cuanto más renunciemos a algo por amor de la gran verdad y el gran amor - por amor de la verdad y el amor de Dios -, tanto más grande y rica se hace la vida. Quien quiere guardar su vida para sí mismo, la pierde. Quien da su vida -cotidianamente, en los pequeños gestos que forman parte de la gran decisión -, la encuentra. Esta es la verdad exigente, pero también profundamente bella y liberadora, en la que queremos entrar paso a paso durante el camino de la Cruz por los continentes. Que el Señor bendiga este camino. Amén.

EL CAMINO HACIA LA GRAN ESPERANZA

“Jesús, del mismo modo que un día encontró al joven Pablo, quiere encontrarse con cada uno de vosotros, queridos jóvenes. Sí, antes que un deseo nuestro, este encuentro es un deseo ardiente de Cristo. Pero alguno de vosotros me podría preguntar: ¿Cómo puedo encontrarlo yo, hoy? O más bien, ¿de qué forma Él viene hacia mí? La Iglesia nos enseña que el deseo de encontrar al Señor es ya fruto de su gracia. Cuando en la oración expresamos nuestra fe, incluso en la oscuridad lo encontramos, porque Él se nos ofrece. La oración perseverante abre el corazón para acogerlo, como explica san Agustín: «Nuestro Dios y Señor […] pretende ejercitar con la oración nuestros deseos, y así prepara la capacidad para recibir lo que nos ha de dar» (Carta 130,8,17). La oración es don del Espíritu que nos hace hombres y mujeres de esperanza, y rezar mantiene el mundo abierto a Dios (cf. Enc. Spe salvi, 34).

Dad espacio en vuestra vida a la oración. Está bien rezar solos, pero es más hermoso y fructuoso rezar juntos, porque el Señor nos ha asegurado su presencia cuando dos o tres se reúnen en su nombre (cf. Mt 18,20). Hay muchas formas para familiarizarse con Él; hay experiencias, grupos y movimientos, encuentros e itinerarios para aprender a rezar y de esta forma crecer en la experiencia de fe. Participad en la liturgia en vuestras parroquias y alimentaos abundantemente de la Palabra de Dios y de la participación activa en los sacramentos. Como sabéis, culmen y centro de la existencia y de la misión de todo creyente y de cada comunidad cristiana es la Eucaristía, sacramento de salvación en el que Cristo se hace presente y ofrece como alimento espiritual su mismo Cuerpo y Sangre para la vida eterna. ¡Misterio realmente inefable! Alrededor de la Eucaristía nace y crece la Iglesia, la gran familia de los cristianos, en la que se entra con el Bautismo y en la que nos renovamos constantemente por al sacramento de la Reconciliación.

Si os alimentáis de Cristo, queridos jóvenes, y vivís inmersos en Él como el apóstol Pablo, no podréis por menos que hablar de Él, y haréis lo posible para que vuestros amigos y coetáneos lo conozcan y lo amen. Convertidos en sus fieles discípulos, estaréis preparados para contribuir a formar comunidades cristianas impregnadas de amor como aquellas de las que habla el libro de los Hechos de los Apóstoles. La Iglesia cuenta con vosotros para esta misión exigente. Que no os hagan retroceder las dificultades y las pruebas que encontréis. Sed pacientes y perseverantes, venciendo la natural tendencia de los jóvenes a la prisa, a querer obtener todo y de inmediato.

Queridos amigos, como Pablo, sed testigos del Resucitado. Dadlo a conocer a quienes, jóvenes o adultos, están en busca de la «gran esperanza» que dé sentido a su existencia. Si Jesús se ha convertido en vuestra esperanza, comunicadlo con vuestro gozo y vuestro compromiso espiritual, apostólico y social. “

 (Benedicto XVI, Del Mensaje para la Jornada de la Juventud de 2009)

VOCACIÓN

 

QUIEN HA ENCONTRADO A CRISTO HA ENCONTRADO EL MEJOR TESORO

El Papa Benedicto XVI ha venido repitiendo desde el inicio de su pontificado dos cosas: por un lado que el cristianismo no es algo triste y aburrido sino fuente de alegría y de vida; y por otro lado, que quien se encuentra con Cristo no solamente no pierde nada sino que gana todo. Él es la belleza que llena el corazón; la verdad que esclarece las preguntas e interrogantes de nuestras cabezas; y la bondad que nos mueve a hacer el bien.

Si te has encontrado con Jesús, Él es tu Señor, tu centro y eso hará cambiar tu vida.

(Catequesis vocacional)


LA LLAMADA DE DIOS

“La naturaleza misma del amor requiere opciones de vida definitivas e irrevocables.

Me dirijo en particular a vosotros, queridos jóvenes: no tengáis miedo de elegir el amor como la regla suprema de la vida. Non tengáis miedo de amar a Cristo en el sacerdocio y, si en el corazón sentís la llamada del Señor, seguidlo en esta extraordinaria aventura de amor, abandonándoos con confianza a él.

No tengáis miedo de formar familias cristianas que vivan el amor fiel, indisoluble y abierto a la vida. Testimoniad que el amor, como lo vivió Cristo y como lo enseña el Magisterio de la Iglesia, no quita nada a nuestra felicidad; al contrario, da la alegría profunda que Cristo prometió a sus discípulos.”

(Benedicto XVI, 15-06-2010)